Las características paisajísticas de un territorio están condicionadas por los factores ambientales y los usos seculares y presentes del terreno. Las zonas de montaña se caracterizan con frecuencia por un uso no intensivo y equilibrado del territorio, sabedores sus moradores de la fragilidad de estos lugares.
En el territorio estudiado nos encontramos con un medio en el que han predominado los aprovechamientos ganaderos y forestales de baja intensidad, con pequeñas manchas de zonas dedicadas a la agricultura. Fuera de la Reserva, el fondo del valle del río Jerte y sus laderas están ocupados por prados y parcelas agrícolas, que aparecen en las laderas sobre terrazas con muros de piedra. Estos cultivos constituyen el límite norte de este espacio natural.Los aprovechamientos agrícolas tradicionales de montaña constituyen elementos paisajísticos de gran valor, que alcanzan en esta comarca su cenit en Extremadura.
El cultivo de la cereza, con su espectacular floración, los prados, las construcciones agrícolas como chozos, terrazas, cercados de piedras o estrechos y sinuosos callejones que serpentean entre un mosaico diverso de elementos, adquieren gran belleza y singularidad.Dentro de la Reserva el paisaje cambia, puesto que, como se ha dicho, los aprovechamientos difieren. La escarpada topografía del terreno ha propiciado que sea la cría del ganado y en menor medida los aprovechamientos forestales los tipos de explotación predominante. En estas circunstancias en paisaje aparece menos humanizado, pero no menos espectacular.
CUALIDADES INTRÍNSECAS DEL PAISAJE.
El paisaje es un elemento subjetivo, formado por la suma de las variables del medio que son apreciables al ojo humano. Así el relieve, la vegetación, los usos del suelo, las infraestructuras artificiales que el hombre crea, la presencia de agua siempre que ésta sea apreciable en el paisaje, forman parte de las diferentes unidades de paisaje o unidades ambientales que el observador percibe.Es a través de las características visuales que poseen estos componentes expresados en su forma, color, textura, y línea, junto con la escala y el espacio que ocupan los elementos u objetos en la escena que el hombre percibe, cómo diferenciamos y valoramos los diferentes tipos o unidades de paisaje.Las unidades ambientales base para la elaboración del PORN se explican después del medio socioeconómico.En una breve descripción de las características visuales de esta zona señalamos que:En cuanto a la forma, el paisaje de este territorio de montaña presenta pendientes muy acusadas (superan en gran parte del territorio el 40%), con profundos y angostos valles. Esta forma abrupta desaparece o se atenúa en las partes elevadas, donde las pendientes son suaves y el material geológico, la roca granítica, confiere a las cumbres un aspecto suave, con predominio de formas redondeadas. En el valle del Jerte la vega se abre y las pendientes son muy suaves. Por tanto, se puede decir que en la zona existe una dominancia de las formas, representadas por los elementos montañosos.
La línea es un elemento visual básico referido a los límites establecidos por el observador cuando se producen cambios en la gradación de los restantes elementos visuales o cuando los objetos se presentan con una secuencia unidireccional. Destacan en la zona las líneas que separan las distintas formaciones vegetales, más patentes y definidas en unos casos que en otros. Estas líneas son bien patentes en el límite entre cultivos y bosques.
El color del paisaje lo definen las formaciones vegetales existentes: matorrales, bosques caducifolios y perennifolios, pastizales y cultivos. Existen acusadas diferencias cromáticas con el cambio de estaciones. Los matorrales, durante la floración, presentan una coloración vistosa, marcada por el amarillo del piorno y el rosado del brezal. Durante el verano el verde es el color dominante, destacando los prados como manchas de un color más intenso. En el otoño la monotonía cromática del verano se invierte, apareciendo los colores ocres de castañares y robledales, que contrastan con el verde del matorral y los pinares. El color pardo del robledal en otoño se prolonga, debido a la naturaleza marcescente de las hojas de roble, hasta la llegada de las nieves invernales, que cubren las alturas de las sierras. Ya en invierno desaparece la variedad cromática otoñal, permaneciendo como verdes manchas los pinares y prados. En ocasiones, cuando las nevadas son intensas, gran parte del territorio se cubre de blanco con la nieve. Finalmente, como preludio de la primavera, el las terrazas de cultivos, un color blanco de otra índole hace su aparición: la floración del cerezo.
La textura varía de unos elementos del paisaje a otros. Los matorrales densos presentan un grano fino y alta densidad, mientras que las formaciones de matorral disperso tienen grano fino, densidad media o baja, y elevada irregularidad. En el caso de los robledales, existen zonas con arbolado disperso (baja densidad), distribuido irregularmente (distribución al azar), y bosques con densidades elevadas. Los pinares, en cambio, aparecen como elementos de grano fino, alta densidad y gran regularidad. Los cultivos, aunque escasos en el territorio de estudio, destacan por su elevada regularidad, densidad media y grano medio, así como por el fuerte contraste del arbolado y el suelo desnudo.